El Zodíaco es el camino que el Sol parece recorrer por el cielo. Se divide en doce signos, que representan la totalidad de la experiencia humana, y cada signo describe un tipo de personalidad básica y diferenciada, asociada con la posición del Sol en el momento del nacimiento.
El Zodíaco no es únicamente la rutal celestial del Sol; es un viaje a través de la experiencia humana. Representa el viaje del alma (el Sol) desde su concepción, en la infancia, hasta la vejez.
En Aries, primer signo del zodíaco, al comienzo de este viaje, el alma viene a la encarnación y toma un ego. Aquí es donde comienza el «yo»: la conciencia de ser uno mismo. En Tauro el alma toma sustancia y se convierte en un cuerpo físico. Géminis es el punto donde el alma trata de expresarse y comunicarse con otros. En el cuarto signo, Cáncer, el impulso fundamental es el de alimentar a otros, mientras que en Leo, el quinto signo y líder natural del Zodíaco, el alma lucha por brillar y ser reconocida. Virgo representa nuestro impulso de servir a otros seres humanos y la rutina diaria.
A medio camino a lo largo del Zodíaco, en Libra, el alma está preparada para entrar en relación, para encontrarse con otro. Aquí es donde el alma aprende a ceder y adaptarse. En Escorpio, el alma llega a reconocer su poder creador y regenerador. Para cuando llega a Sagitario, el alma entra en la búsqueda del sentido. En Capricornio, el impulso se orienta hacia una sociedad estable y ordenada, y en el humanitario Acuario el impulso se dirige hacia el bien de la totalidad. Cuando el alma llega a Piscis desea fundirse con la unidad de la que partió, o escapar de la ronda eterna.
EL AÑO SOLAR
El Sol necesita aproximadamente un año para viajar alrededor del Zodíaco, pasando aproximadamente treinta días en cada signo. Las fechas exactas de ingreso y partida cambian cada año en función del ajuste cíclico que crea los años bisiestos.
El progreso del Sol alrededor del Zodíaco afecta a la estructura de una carta. El Sol siempre sale por el horizonte al amanecer, pero el signo en el que parece hacerlo depende del momento del año. Esto explica por qué el Ascendente – el signo que estaba «saliendo» sobre el horizonte en el momento de que alguien naciera- es diferente en primavera y verano, aunque la hora del día sea la misma.
