Historia de los Mazos en el Tarot
El primer mazo del que tenemos referencias pertenece al siglo XIV, más exactamente data de 1393, año en que el pintor francés Charles Gringonneur diseñó algunas cartas para el rey Carlos V de Francia, cartas que incluyen algunos arcanos del Tarot.
Sin embargo, la pieza fundamental que puede darnos la pista acerca del primer mazo de nuestras cartas actuales aparece en el siglo XV: se trata de un diseño de Andrea Mantegna, llamado el Tarot Bladini, del año 1470. A partir de entonces, comenzaron a surgir infinidad de mazos de Tarot cuyos símbolos presentan una asombrosa variedad -según la doctrina filosófica de sus creadores-, que sobreviven actualmente en Egipto, en China, en la India y en Gran Bretaña, entre otros lugares.
En la actualidad, hay algunos mazos muy modernos, fabricados con técnicas de «collage» o fotocomposición. Todos ellos son útiles únicamente en la medida en que conozcamos profundamente el oráculo, pues -para el principiante- muchas barajas pueden contribuir más a la confusión que al esclarecimiento.
Tipos de Mazos
Tarot Egipcio
El Tarot Egipcio, que ha ganado amplia difusión en las últimas décadas, se diferencia del marsellés en que, algunos mazos, los arcanos menores no están divididos en palos -bastos, copas, espadas y oros-; sino que cada una de las 56 figuras tiene un nombre que le da significación. De esta manera, al recorrer estos mazos, nos encontramos con arquetipos como La Magnificencia, El Desasosiego, La Iluminación, El Asesoramiento o El Aprendizaje, entre otros.
Tarot Chino
El Tarot Chino, en cambio, sólo consta de los 22 arcanos mayores. En Occidente no ha tenido mucha difusión, a pesar de la belleza de sus láminas, en las que podemos encontrar el dibujo de un feroz dragón o de campesinos recogiendo el arroz, o cargando pesados cubos de agua sobre sus hombros.
Tarot de Merlín
El Tarot de Merlín es el único mazo vasado enteramente en la tradición y mitología celta. En él están incluidos elementos del denominado «ciclo artúrico», que cuenta también con referencias a la recuperación del Sato Grial. ADemás recogen numerosas leyendas de la vida del mago.
En la carta de La Muerte, por ejemplo, aparece una mujer que, al no conseguir que Merlín se enamorara de ella, intento asesinarlo dándole de comer una manzana envenenada. No lo consiguió, por supuesto, pero sus intenciones quedaron plasmadas en el dibujo de una mujer sosteniendo la fruta que representa el arcano número XIII. Todas las imágenes de este juego son potentes y mágicas, y han sido utilizadas durante más de doscientos años con fines tanto místicos como adivinatorios.
El Mazo Rider
El Mazo Rider -el más popular de todos los mazos- tomó su nombre de la compañía editorial que en el año 1910 lo publicó en Londres. En los arcanos mayores, la imagen representa a una fuerza arquetípica, más ue una persona real. La actitud de la figura guarda relación con las Leyes Naturales, con el Cosmos, con la Divinidad y con las energías en estado puro. Los arcanos menores suelen aparecer como la representación de un argumento (parecen fotografías tomadas de la realidad cotidiana): basta conectarse con el dibujo para entender que se trata de aspectos humanos. El auto del texto fue Edward Waite y los dibujos corrieron por cuenta de Pamela Colman Smith, ambos ocultistas y miembros de la Orden del Alba Dorada, por lo que también se conoce como Tarot Waite-Smith.
Mediante la contemplación de los dibujos, el lector puede percibir no sólo la situación por la que interroga el consultante; sino, lo que es más importante, aquellos aspectos que ni siquiera conoce de sí mismo.
Mazo de Marsella
Sin embargo, el mazo más antiguo de los conocidos es el procedente de Marsella que ha llegado intacto hasta nuestros días, demostrando con ello cuán arraigados se encuentran sus arquetipos en nuestra tradición y en nuestra mente. Este mazo conserva, a la vez, la vigencia y el estilo antiguo con el que fue creado. Es a partir de este Tarot que han surgido la mayoría de los manuales que enseñan la interpretación predictiva y filosófica del Tarot, pues, originalmente, no presentaba ninguna explicación: sus figuras sólo están acomodadas como si relataran una historia pero no se especifica cuál es el «argumento» que une un arcano con el siguiente.